Han pactado una reforma en pensiones que estaba cantada. Resulta curioso que la mayor política de derechas en la historia de este país, la esté haciendo un gobierno que dice ser de izquierdas. Me pregunto si dentro de un año cuando ganen los otros…¿harán quizás una política de izquierdas? Es el mundo al revés....
El PSOE nos llevó a esta deriva, cierto, pero de la derecha, tampoco esperaría gran cosa de haber estado en su lugar, ¿o es que alguien los ve como una alternativa sólida?.
Recuerdo aquellas palabras en el 2004, en la que ZP dijo que "no nos fallaría". Pues ha fallado más que una escopeta de feria.
Por un lado, jóvenes con ganas de trabajar, con una tasa de paro que roza el 50%; y por el otro, te dicen que para una mísera pensión, tienes que cotizar casi 40 palos. Pues renuncio señores, no creo en ese sistema. Que coticen ellos.
Si por mi fuese, no cotizaría, de hecho, con casi 30 palos, casi me quedo fuera de este sistema. Tiene huevos la cosa, estamos arrancando, y ya nos han echado de la "cotización perpetua".
Leía en el twitter de mi amigo Andrés Ortega, (experto en Marca personal): “Más vale que consigas trabajar en lo que te gusta porque al paso que vamos, vas a tener que hacerlo hasta que te mueras”. No puedo estar más de acuerdo Andrés.
Y aquí los tenemos, demasiado fácil criticarlos, pero esto es lo que nosotros hemos querido tener, un presidente desnortado, sin saber por dónde sopla el viento; y una oposición tumbada en el diván, fumándose un puro, viendo como la otra parte se desgracia sola.Bravo por los dos.
Opino que ZP debe presentarse a las elecciones, por coherencia; que los votantes juzguen su gestión electoralmente, y que no se marche de rositas, dejándole el muerto a su sucesor. Sería de cobardes irse ahora. "Ahora tocar pagar esta ronda, no vale hacer la trece catorce".
Debemos darles las gracias a todos los que nos han llevado hasta aquí, a los que provocaron la deriva de las instituciones públicas, a los que hicieron posible la degradación de la política, a los que politizaron la justicia, y sobre todo, "debemos sentirnos culpables de la desaparición de una sociedad civil, sin valores ni moral por construir un futuro mejor, ya que nadie ha hecho nada por al menos, intentar cambiar el rumbo. “Todos somos culpables señores”. “Viviremos peor que nuestros padres”, que nadie lo dude.
Ya para finalizar, un último favor, cuelgo un artículo que leí hace unas semanas, lo comparto porque vale mucho la pena leerlo, lo escribió Concha Caballero para el periódico el Pais, no tiene desperdicio. Me pareció brutal.
Se titula “ Las ilusiones Perdidas”
No se van en trenes con maletas de cartón pero llevan sus bienes más preciados: un portátil, un móvil de última generación regalado por un familiar o conseguido a base de una lucha de puntos sin cuartel.
Suelen tomar un vuelo de bajo coste, cazado pacientemente en las redes de Internet. Se van a hacer un máster, o han logrado una mal llamada beca Erasmus que costará a la familia la mitad de sus ahorros. Otras veces van a hacer de au-pair, de auxiliar de conversación, o a cualquier trabajo temporal. La familia va a despedirlos a la puerta de embarque y mientras se alejan disimularán unos su pena y otros su incipiente desamparo. "Es por poco tiempo -se dicen-. Dominarán el idioma, conocerán mundo... Regresarán en pocos meses".
Hasta hace poco era un privilegio de los nuevos tiempos que les permitía gozar de una libertad sin límites, de un mundo sin fronteras, de una capacidad casi infinita de aprendizaje... Hasta que llegó la crisis y la maleta pareció distinta, la espera en la fila de embarque más embarazosa, la despedida más triste y el fantasma de la ausencia definitiva más cercano.
No. No llevan maletas de cartón, ni hay aglomeraciones en el andén de la despedida. No se marchan en grupo, sino uno a uno. Aparentemente nada les obliga. Ha sido una cadena invisible de acontecimientos. Estuvieron allí hace unos años, o tienen una amiga que les ha informado de que puede encontrar algún trabajo con facilidad. No pagarán mucho, eso es seguro, pero podrán ganarse la vida con cierta facilidad... A fin de cuentas aquí no hay nada.
Y se marchan poco a poco, sin alboroto alguno. Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras.
No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adonde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. "Mi hija está en Berlín", "se ha marchado a Montpellier", "se fue a Dubai" son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país.
En los tiempos de crisis que detallan cada euro gastado nadie computa los centenares de miles de euros empleados en su formación y regalados a empresarios de más allá de nuestras fronteras con una torpeza sin límites, con una ignorancia sin parangón. Menos aún se cuantifican el esfuerzo de sus familias, las ilusiones perdidas y sus sueños rotos en mil pedazos.
No llevan maletas de cartón, pero componen un nuevo éxodo que azota especialmente a Andalucía, que dispersa a nuestros jóvenes por toda Europa y gran parte del mundo, que nos priva de su saber, de su aportación y de su compañía. Pero, aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable, que nos privará de muchos de nuestros mejores talentos. Nadie protesta por esta nueva oleada de exiliados que son una acusación silenciosa del fracaso y de engaño. Se van en silencio por el túnel de embarque en el que les alcanzará la melancolía por la pérdida temprana de su tierra.
No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-nis que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos.
Hay días donde el optimismo es difícil encontrarlo. Demasiada incertidumbre en un más que incierto futuro, y un presente negro, como los cojones de un grillo, y perdón por la expresión,
Un saludo a todos,